A vísperas del inicio de la COP15 de Biodiversidad compartimos un artículo exclusivo del periodista Alberto Ñiquen sobre los principales temas de discusión del evento así como los retos globales en torno a la pérdida de biodiversidad.
Alberto Ñiquen es periodista peruano especializado en cambio climático, desarrollo sostenible y Pueblos Indígenas; miembro de The Climate Reality Project, Parents for Future Latam, Parents for Future Global y ex editor de la Mula.Pe.
Del 7 al 19 de diciembre se llevará a cabo en Montreal (Canadá) la decimoquinta Conferencia de las Partes del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP15), donde los responsables de la toma de decisiones tendrán la oportunidad de aprobar el Marco Global de la Biodiversidad (GBF) posterior a 2020, un plan global histórico para transformar la relación de la sociedad con la biodiversidad durante lo que queda de esta década y garantizar que se cumpla la visión de la Convención para el 2050 de 'vivir en armonía con la naturaleza'.
La biodiversidad es vital para la vida en nuestro planeta
Desde nuestros océanos hasta nuestros bosques, la naturaleza sustenta el sistema alimentario mundial; proporciona agua dulce; sostiene la calidad del aire y los suelos; regula el clima; brinda polinización y control de plagas; absorbe las emisiones de carbono y reduce el impacto de los peligros naturales. Miles de millones de personas, en países desarrollados y en desarrollo, se benefician diariamente del uso de especies silvestres como alimento, energía, materiales, medicina, recreación, inspiración y muchas otras contribuciones esenciales para el bienestar humano.
Sin embargo, la acelerada crisis mundial de la biodiversidad, con 1 millón de especies de plantas y animales en peligro de extinción, amenaza estas contribuciones a las personas. El reciente informe Planeta Vivo 2022, elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), muestra un descenso promedio global del 69% de 32,000 poblaciones estudiadas de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces de todo el planeta entre 1970 y 2018. Latinoamérica registra el mayor declive regional (94%). En cuanto a especies, las poblaciones de agua dulce muestran un mayor descenso (83%).
El planeta ha perdido la mitad de la capa superior del suelo, así como áreas forestales del tamaño de 27 campos de fútbol cada minuto. Por si fuera poco, 14 millones de toneladas de plástico ingresan a nuestros océanos cada año. La mitad de los corales de nuestro mundo han sido destruidos, y casi un tercio de todas las poblaciones de peces mundiales monitoreadas ahora están sobreexplotadas.
La diversidad genética también está desapareciendo. El cortoplacismo de las decisiones políticas y económicas enfocadas a obtener beneficios rápidos y a impulsar el crecimiento económico explica en parte la crisis mundial de la biodiversidad, señala el Informe ‘Evaluación de Valores’, presentado este año por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).
“El 70% de los pobres del mundo depende directamente de las especies silvestres. Una de cada cinco personas requiere de plantas silvestres, algas y hongos para su alimentación e ingresos; 2,400 millones dependen de la leña para cocinar y alrededor del 90% de los 120 millones de personas que trabajan en la pesca de captura se sustentan en la pesca artesanal”, señala la doctora Marla R. Emery, quien participó en el estudio del IPBES.
“El uso regular de especies silvestres es extremadamente importante. Desde el pescado que comemos hasta las medicinas, los cosméticos, la decoración y la recreación, el uso de especies silvestres es mucho más frecuente de lo que la mayoría de la gente cree”, añade.
Por otro lado, el 17% de la cuenca del Amazonas ha sido deforestado y otro 17% del bioma está degradado. Esto supone una amenaza para la Amazonía, un componente crucial en el sistema climático de la Tierra porque almacena entre 150 y 200 mil millones de toneladas de carbono; y por su biodiversidad, que incluye el 18% de las especies de plantas vasculares, el 14% de las aves, el 9% de los mamíferos, el 8% de los anfibios y el 18% de los peces que viven en los trópicos, según el Panel Científico por la Amazonía.
Es en este contexto que del 7 al 19 de diciembre se llevará a cabo en Montreal (Canadá) la decimoquinta Conferencia de las Partes del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CBD), donde debería aprobarse el Marco Global de Biodiversidad para proteger y restaurar la naturaleza para 2030. Este acuerdo, además de ceñirse a la evidencia científica, ser integral y beneficioso para todos, debe ser ambicioso y sólido de tal manera que las Partes que lo suscriban comiencen a implementarlo de inmediato a través del establecimiento de objetivos nacionales.
La COP15 debe priorizar la naturaleza como elemento clave para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y abordar la emergencia climática, y marcar a Montreal como un punto de inflexión donde se asegure un futuro para toda la vida en la tierra. Los líderes mundiales (aunque no estarán presentes) deben enviar el mensaje alto y claro de que la crisis existencial de la biodiversidad puede y debe abordarse al mismo tiempo que las apremiantes necesidades socioeconómicas que resultan de la desafiante situación económica mundial actual.
Hay mucho en juego, el tiempo es corto y las negociaciones serán complicadas. En la primera parte de la COP15, que se llevó a cabo el año pasado en Kunming (China), se avanzó con una Declaración que compromete a sus signatarios a reforzar la protección de la biodiversidad: desarrollar e implementar un marco global efectivo que trate de encaminar la biodiversidad hacia su recuperación para el 2030. Esto incluye compromisos para mejorar la efectividad de la conservación, fortalecer la ley ambiental y reformar los incentivos financieros para proteger la biodiversidad.
La Declaración de Kunming reconoce que la continua pérdida de diversidad biológica pone en riesgo la consecución de los ODS y otras metas internacionales. Además, que las crisis sin precedentes e interrelacionadas de pérdida de diversidad biológica, cambio climático, degradación y desertificación de las tierras, degradación y contaminación de los océanos, así como los crecientes riesgos para la salud humana y la seguridad alimentaria, son una amenaza existencial para la humanidad.
Desde entonces ha habido reuniones y negociaciones que debieron tener como objetivo actuar de forma urgente y llegar a Montreal con un borrador del acuerdo final de biodiversidad ambicioso, pero no se ha mostrado grandes progresos ni ambiciones necesarias de los líderes mundiales. Aunque hay quienes confían en que los resultados de la reciente COP27 de cambio climático, que se desarrolló en Egipto el pasado noviembre, sirvan de estímulo.
Al primer semestre de este año, más de 100 países han recibido ayuda económica para acelerar los esfuerzos para conservar, proteger y restaurar especies y ecosistemas. Tan pronto como se apruebe un nuevo acuerdo global, el cual se encuentra actualmente en negociaciones, la nueva ventana de financiación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), por un valor de US$43 millones, proporcionará a los países en desarrollo los medios para implementar de manera eficaz el Marco Global de la Biodiversidad Post-2020 y avanzar hacia la meta de detener y revertir la pérdida de especies esta década.
A continuación los principales temas que se abordarán:
Marco Global de la Biodiversidad
Es el punto principal de la COP15 y sería el equivalente al Acuerdo de París de las COP de cambio climático. Este marco tiene 22 metas para la acción urgente hasta 2030. Estas se enfocan en reducir las amenazas a la biodiversidad, incluidos los ecosistemas de agua dulce, marinos y terrestres, que incluyen los bosques. Los objetivos consideran cifras específicas, como la restauración del 20% de los ecosistemas degradados y la conservación del 30% de las áreas terrestres y marinas a nivel mundial.
Otras metas tienen que ver con la gestión sostenible de especies silvestres terrestres, de agua dulce y marinas; espacios verdes y azules, para la salud y el bienestar humanos, la calidad del agua y del aire y la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados del uso de los recursos genéticos.
Asimismo, el papel de las empresas y los subsidios gubernamentales que dañan el medio ambiente; acuerdos sobre el financiamiento de la biodiversidad (incluyendo cómo se comparten los costos entre los países ricos y en desarrollo); el importante rol que juegan los pueblos y comunidades indígenas en el diálogo sobre el intercambio de conocimientos y el beneficio de la biodiversidad.
La meta 22 se incluyó este año y busca garantizar que las mujeres y las niñas, incluidas las personas con discapacidades, tengan igualdad de acceso y beneficios de la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica.
Objetivo 30x30
Busca garantizar que al menos el 30% de las zonas terrestres y las zonas marinas del mundo, especialmente las de particular importancia para la diversidad biológica y sus contribuciones a las personas, estén conservadas por medio de sistemas ecológicamente representativos y bien conectados de áreas protegidas administrados eficaz y equitativamente y otras medidas de conservación eficaces basadas en áreas, y que se integren a los paisajes terrestres y marinos más amplios.
Aunque muchos pueblos indígenas se han mostrado a favor de esta iniciativa, algunas organizaciones ecologistas y activistas de derechos humanos señalan que es una solución riesgosa y millones de personas podrían verse afectadas y sufrir consecuencias si la tierra en la que a menudo viven en armonía con la naturaleza durante muchas generaciones se convierte de repente en protegida.
Naturaleza positiva
Se espera que la idea de Naturaleza positiva (detener y revertir las tendencias actuales en la pérdida de biodiversidad en beneficio del bienestar humano y planetario) se convierta en el nuevo estándar. Se puede considerar como la versión de la naturaleza de 'carbono neto cero' en términos de hacia dónde debemos llegar, y es también misión esencial de esta COP15 bajo el "objetivo global para la naturaleza".
La COP 15 ha identificado la necesidad de generar una ganancia neta, es decir, no solo mitigar y compensar los impactos negativos, sino también revertir la disminución de la biodiversidad y ponerla en una trayectoria de regreso a un estado histórico. Los detalles aún no se han resuelto, pero esencialmente el objetivo es no tener pérdidas netas para 2030 y volver a un mundo natural en pleno funcionamiento para 2050.
Finanzas
Jugarán un papel clave para restaurar la naturaleza, tal como lo son las finanzas climáticas. Se necesita el apoyo financiero de los países con más recursos para ayudar a desarrollar soluciones de biodiversidad en los países que no tienen los medios para hacerlo.
La Meta 19 señala un déficit de financiación anual de al menos US$700 miles de millones para revertir la crisis mundial de la biodiversidad. Dirigir los recursos financieros a proyectos que permitan el desarrollo sostenible es fundamental. En 2020, el Instituto Paulson y otras organizaciones internacionales publicaron un informe sobre el financiamiento de la biodiversidad, y encontraron que reorientar los subsidios a la agricultura, la silvicultura y la pesca que dañan la biodiversidad, además de mejorar la sostenibilidad de la cadena de suministro, liberaría casi US$300 mil millones.
Revertir la pérdida de biodiversidad y evitar el fracaso de los ecosistemas no sucederá a menos que las fuerzas que podrían causarlo pierdan fuerza financiera y aquellos que adopten enfoques positivos para la naturaleza tengan acceso a los recursos que necesitan.
Hay objetivos específicos sobre la eliminación de los subsidios perjudiciales para el medio ambiente (Meta 18) y el aumento de la financiación que fluye hacia resultados positivos para la naturaleza. Ya hay algunos desarrollos significativos a nivel internacional en torno a mercados privados emergentes para soluciones basadas en la naturaleza y mecanismos innovadores de financiamiento combinado, que pueden ayudar a poner esto en práctica a escala. Los subsidios perjudiciales para el medio ambiente representan al menos US$1,8 mil millones al año.
Implicaciones comerciales
Para las empresas, la meta 15 del Marco Global de Biodiversidad es de vital importancia. El proyecto de texto se refiere a cómo todas las grandes empresas e instituciones financieras deben evaluar sus impactos y dependencias de la naturaleza. Deben apuntar a una reducción de los impactos negativos y un aumento de los impactos positivos, en todas sus operaciones, cadenas de valor y carteras. También hay una propuesta para que sea un requisito obligatorio divulgar estos impactos y dependencias.
Al respecto, cabe recordar que en 2020 el Foro Económico Mundial publicó The New Nature Economy Report, un análisis de 163 sectores industriales y sus cadenas de suministro y que mostró que la generación de valor económico de US$44 mil millones, más de la mitad del PIB total del mundo, depende de forma moderada o alta de la naturaleza y sus servicios y, como resultado, está expuesta a los riesgos de la pérdida de la naturaleza. La construcción (US$4 mil millones), la agricultura (US$2,5 mil millones) y los alimentos y bebidas (US$1,4 mil millones) son las tres industrias más grandes que dependen en más proporción de la naturaleza.
Pueblos Indígenas
En julio de este año, la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) publicó un informe que resalta las contribuciones de los pueblos indígenas a la conservación de las especies silvestres. Los científicos del IPBES reconocen que la evidencia científica suele ser limitada y que el conocimiento indígena y de las comunidades locales es subutilizado y devaluado.
El reporte muestra que la deforestación es generalmente menor en territorios indígenas, en particular, donde hay seguridad en la tenencia de la tierra, continuidad del conocimiento y las lenguas, así como medios de vida alternativos. Pero también refleja que las iniciativas de política nacional a menudo no involucran a los pueblos originarios en la toma de decisiones, por lo que su inclusión en el desarrollo e implementación de políticas requiere “un compromiso sostenido y un reconocimiento a la autoridad de ambos sistemas (indígena y local), pues al hacerlo pueden ser mutuamente beneficiosos”.
Las organizaciones indígenas de la Amazonía, que representan a 511 pueblos indígenas y aliados, reclaman un acuerdo global para la protección permanente del 80% de la Amazonía en 2025 como medida urgente para evitar el inminente punto de no retorno y una crisis planetaria.
El borrador del acuerdo que se discutirá en la COP15 incluye una cláusula según la cual el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas y las comunidades locales debe guiar la toma de decisiones “con su consentimiento libre, previo e informado”.
Sistemas alimentarios
Una de las metas del marco global es garantizar beneficios, incluidos nutrición, seguridad alimentaria, medicamentos y medios de vida para las personas, especialmente para las más vulnerables, a través de la gestión sostenible de las especies silvestres terrestres, de agua dulce y marinas y protegiendo la utilización consuetudinaria sostenible de los pueblos indígenas y las comunidades locales.
En 2021, casi 193 millones de personas en 53 países vivieron una situación de inseguridad alimentaria grave, un aumento de casi 40 millones en comparación con el nivel más alto alcanzado en 2020. Tres mil millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable y millones de menores sufren retraso en el crecimiento o malnutrición extrema, al mismo tiempo que la tasa mundial de obesidad sigue creciendo. Para lograr los ODS, los sistemas agroalimentarios se deben transformar para alimentar a las personas, cuidar el planeta y la biodiversidad, progresar en los medios de subsistencia justos y generar ecosistemas resilientes. Cualquier acción colectiva que se tome para hacer frente a las crisis del clima y la biodiversidad debe abordar nuestro frágil y estresado sistema alimentario.
¿Qué es una COP de biodiversidad?
Adoptado en la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río de Janeiro (Brasil), el Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CDB) reconoció por primera vez en el derecho internacional que la conservación de la diversidad biológica es una preocupación común de la humanidad. El acuerdo cubre todos los ecosistemas, especies y recursos genéticos. Sus objetivos principales son la conservación de la diversidad biológica (biodiversidad), el uso sostenible de sus componentes, y la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de los recursos genéticos.
Fue ratificado por 196 naciones (Estados Unidos no forma parte de esa lista, aunque representantes del gobierno estadounidense participarán en Montreal). El órgano rector del CDB es la Conferencia de las Partes (COP), la máxima autoridad de todos los gobiernos que han ratificado el tratado que se reúne cada dos años para revisar el progreso, establecer prioridades y comprometerse con los planes de trabajo.
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