Líderes indígenas exigen reconocimiento de derechos territoriales como política climática urgente ante la devastación ambiental.
Más de 2.4 millones de focos de calor y un aumento del 620% en áreas afectadas por sequía extrema ponen en riesgo la Amazonía, el Gran Chaco y otros ecosistemas vitales.
A puertas de la COP16 de biodiversidad y a la espera de la COP 30 sobre el cambio climático en la Amazonia, la comunidad internacional debe actuar para proteger los territorios indígenas y combatir la crisis climática.
25 de Septiembre, Nueva York, Estados Unidos. En una conferencia de prensa celebrada en Nueva York durante la Semana del Clima, representantes de los Pueblos Indígenas de América del Sur hicieron un llamado urgente a la comunidad internacional para abordar la crisis sin precedentes de incendios y la peor sequía registrada en 121 años que están devastando la región.
En esta conferencia, los líderes indígenas que representan a Pueblos Indígenas de Perú, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Suriname, Venezuela y Paraguay acompañados de una coalición organizaciones socio ambientales, pidieron a la comunidad internacional atender esta emergencia internacional apoyando los esfuerzos de los Pueblos Indígenas para enfrentar esta crisis sin precedentes y las causas que la aceleran.
Además, por iniciativa de la Coordinadora de Pueblos Indígenas de la Amazonía Brasileña (COIAB), las organizaciones indígenas llaman a los países de América del Sur y el mundo a reconocer y respetar los derechos territoriales de los pueblos como una política climática que aporta a combatir tanto la crisis regional como la global través de la conservación de los bosques y ecosistemas.
La profunda conexión entre los Pueblos Indígenas y los bosques de América Latina es evidente en los datos de la FAO. El 35% de los bosques de la región se encuentran en territorios indígenas, y estos pueblos mantienen más del 80% de sus tierras cubiertas de bosques. Además, casi la mitad de los bosques prístinos de la región, que se encuentran en la Amazonía, están bajo su cuidado, resaltando su rol vital en la protección de estos ecosistemas.
"Nuestros bosques se están quemando, nuestros ríos se están secando, nuestras comunidades están sufriendo. El mundo debe actuar ahora para proteger la Amazonía y a todos los ecosistemas vitales de América del Sur, no solo por nosotros, sino por el futuro de todo el planeta”, Raoni Metuktire, Cacique Kayapó, un prominente líder indígena brasileño y figura del movimiento mundial por la conservación de la Amazonia.
América del Sur alberga ecosistemas vitales para el mundo, entre ellos la Cuenca Amazónica, el Gran Chaco, y el Cerrado brasileño, biomas que cruzan casi todos los países de la región, regulan el clima global y son el hogar de miles de especies de fauna y flora, así como de cientos de Pueblos Indígenas. Actualmente, la región está sufriendo los impactos ambientales devastadores de incendios y sequías que afectan a los ecosistemas a un ritmo alarmante y ponen en riesgo la supervivencia de las personas que dependen directamente de ellos.
Datos del Sistema de Información de Incendios para la Gestión de Recursos de la NASA revelan que hasta el 17 de septiembre anterior, se habían registrado más de 2.4 millones de focos de calor en 13 países. En Bolivia, uno de los países más afectados, entre el 1 de enero y el 17 de septiembre de 2024, se registraron 657,222 focos de calor, un crecimiento de más del 600% en comparación al mismo periodo en 2023. Los focos de calor se concentran en la Amazonía, el bosque tropical más grande del mundo que representa el 40% de América del Sur, está siendo arrasada por el fuego.
Según datos publicados por el Observatorio Regional Amazónico, en los últimos cinco años, se han quemado 447,517.09 hectáreas de la Amazonía. Los países más afectados son Brasil con 112,319.019 hectáreas y Bolivia con 52,259.84 hectáreas, de la Amazonía, arrasadas por el fuego. El observatorio también informa, que sólo en la última semana estos países han perdido 4,639, y 504 hectáreas, de su Amazonía, respectivamente. La última semana fue particularmente dura en Perú, dónde se perdieron más 5,600 hectáreas, murieron 16 personas y más de 140 resultaron heridas.
El reporte "Amazonía al Borde del Colapso", elaborado por la COIAB y presentado durante la conferencia de prensa, describe al 2024 como el año que ha superado todos los récords históricos de sequía, temperatura y niveles de ríos, convirtiéndose en el escenario más crítico registrado en la región y en Brasil. Comparado con el mismo periodo en 2023, las áreas afectadas por sequía extrema y grave han aumentado en un 620%, pasando de 21.5 millones a 155 millones de hectáreas en 2024. Actualmente, 149 Territorios Indígenas en la Amazonía brasileña están en sequía grave o extrema, y 42 de ellos enfrentan sequía extrema, lo que implica una escasez severa de agua, ríos completamente secos en varias regiones, grandes pérdidas de cultivos y pastizales, y una restricción drástica en el uso de agua. Estos 42 territorios representan el 53% de todas las tierras indígenas en la región, afectando a más de 3,000 hogares indígenas, 110 escuelas y 40 unidades de salud.
"La tierra está gritando de dolor. Los incendios y la sequía están destruyendo nuestro hogar y amenazando nuestra existencia. El mundo no puede ignorar esta crisis. Necesitamos acción urgente para proteger la Amazonía y todos los territorios indígenas de América del Sur”, Adamo Americo Diego Cusi, representante de las Comunidades Indígenas Tacana II - Río Madre de Dios.
Esta situación alarmante está destruyendo uno de los biomas más importantes del mundo y uno de los últimos bosques que contribuyen a regular y estabilizar el clima, las selvas tropicales de la amazonía contienen entre 90 mil millones y 140 mil millones de toneladas métricas de carbono, de acuerdo a los datos presentados por WWF. Además, se bombean alrededor de 7 billones de toneladas de agua por año a la atmósfera y se recicla entre el 50 y el 75% de la lluvia anual de la atmósfera.
Pese a que la emergencia se encuentra focalizada principalmente en la Amazonía hay otros ecosistemas vitales para el mundo como el Gran Chaco que se extiende a lo largo de más de un millón de kilómetros cuadrados, abarcando una superficie comparable a la de Francia y Alemania juntas. Las partes intactas del Gran Chaco y los paisajes adyacentes del Pantanal cubren un área mayor que California: más de 48 millones de hectáreas de tierras silvestres de importancia ecológica en la cuenca alta del río Paraguay. Este ecosistema se despliega a través de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, configurando un mosaico de paisajes que incluyen bosques exuberantes, sabanas extensas y humedales vitales. Su riqueza ambiental y cultural es inigualable, albergando Pueblos Indígenas.
La situación particular de este ecosistema ha encendido las alarmas de la región y el mundo. La Iniciativa Amotocodie reportó, el 18 de septiembre anterior, la pérdida de alrededor de 180,000 hectáreas de bosques nativos y haciendas en la zona de Chovoreca, ubicada en Chaco Boreal en la frontera entre Bolivia y Paraguay, una de las más afectadas por el fuego. En el incendio de Chovoreca se perdió casi la totalidad del territorio indígena Ayoreo Garaigosode (14,200 hectáreas). Cabe destacar que el Pueblo Ayoreo posee una característica de vulnerabilidad adicional pues es parte de los pocos grupos humanos que se encuentran en Aislamiento y Contacto Inicial, del continente y del mundo, fuera del bioma amazónico.
"El fuego en Chovoreca nos ha arrebatado casi todo. Hasta el momento, los incendios no han alcanzado el patrimonio natural y cultural Ayoreo Totobiegosode que es la mayor reserva indígena Ayoreo. Sin embargo, nuestro territorio y nuestros hermanos en aislamiento están en grave peligro. ¿Cómo protegeremos a nuestros hermanos si nuestra vida también corre peligro?" Tagüide Picanerai del pueblo Ayoreo de Paraguay y miembro de la Organización Payipie Ichadie Totobiegosode (OPIT).
Lamentablemente, el Gran Chaco enfrenta una grave amenaza debido a la deforestación causada por la expansión de la agricultura industrial, especialmente la soja, para satisfacer la demanda global. Esta situación no solo afecta al Gran Chaco, sino que también impacta al Pantanal, ya que el aumento del cultivo de soja en las tierras altas circundantes ha degradado fuentes de agua vitales para el ciclo de inundación anual del Pantanal, del cual dependen numerosas especies de flora y fauna.
Debido a los incendios y las sequías extremas que sufre el Gran Chaco, el Pantanal, el humedal más grande e importante del mundo fue también ha sido impactado. Este ecosistema es un punto de encuentro entre el Cerrado, el Gran Chaco, la Amazonía, la Mata Atlántica y el Bosque Seco Chiquitano. Tiene aproximadamente 17 millones de hectáreas en los tres países y se extiende por Mato Grosso y Mato Grosso del Sur, en Brasil, parte de Bolivia y Paraguay. Aproximadamente el 80 % del Pantanal está en Brasil, y el resto se extiende por Bolivia y Paraguay. Este ecosistema contribuye a la subsistencia de cerca de 1,5 millones de personas que dependen directamente de los recursos del humedal.
Según los datos publicados por WWF, los incendios en el Pantanal aumentaron drásticamente en 2024, registrando más de 3,845 focos de incendio sólo en agosto de este año, lo que representa un incremento de 3,707% con respecto al mismo periodo del año anterior. Esa cifra es la segunda más alta desde 1998, superando ampliamente el promedio de la última década.
El Cerrado, la mayor sabana tropical de Brasil, enfrenta una crisis de incendios sin precedentes. En 2024, los incendios en esta región aumentaron drásticamente, con un incremento del 127% en agosto comparado con el mismo mes del año anterior. Mato Grosso es el estado más afectado, concentrando más del 31% de los focos de calor. Según el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE, por sus siglas en portugués), el Cerrado ya ha superado el número total de incendios de años como 2012, 2010 y 2007, evidenciando una situación crítica para este ecosistema vital para la biodiversidad de Sudamérica.
La degradación de biomas clave en América del Sur, como la Amazonía y el Gran Chaco, ha alcanzado un punto crítico, situación que el Grupo Internacional de Trabajo para la Protección de los Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial (GTI- PIACI) viene advirtiendo desde 2019. Los incendios forestales, en aumento desde ese año, amenazan especialmente a los Pueblos Indígenas, particularmente a aquellos que viven en situación de aislamiento y contacto inicial. La pérdida de territorios por la deforestación y los incendios fuerza el desplazamiento de estos grupos, aumentando el riesgo de contacto con otras poblaciones y la propagación de enfermedades. El informe del GTI-PIACI subraya la urgencia de abordar esta crisis y proteger a los Pueblos Indígenas en aislamiento y contacto inicial, quienes enfrentan una amenaza existencial debido a la degradación ambiental y sus consecuencias (Ver mapa de incendios y Pueblos Indígenas en Aislamiento 2024, Ver informe Brasil en llamas y el impacto en los Pueblos Indígenas en Aislamiento).
“Estamos viviendo una situación de vulnerabilidad para todos los pueblos indígenas en general. Es necesaria una movilización mundial urgente para garantizar el derecho a la vida de los pueblos aislados. No tienen alternativas ni refugios cuando toda la Amazonía está ardiendo, no hay alternativas de supervivencia”. Ângela Kaxuyana.
Esta inclemencia climática está poniendo en riesgo la supervivencia de los Pueblos Indígenas que han visto mermado los territorios que habitan. Según el Observatorio Regional Amazónico, en los últimos cinco años se han quemado 475, 102.97 hectáreas del territorio amazónico. Y sólo en la última semana se quemaron 169, 868, 78 ha. Más de la mitad de estos incendios ocurrieron en Áreas Naturales Protegidas (21,93%) y Tierras Indígenas (29.73%).
“La Amazonía es el corazón del mundo, y está siendo herida de muerte. Los incendios, la deforestación, la minería... todo esto nos está llevando al abismo. Debemos unirnos para proteger nuestra selva y nuestro futuro. Nuestras leyes ancestrales son ahora leyes obligatorias en nuestros territorios, frente al despojo y la criminalización.” - Herlin Odicio, Vicepresidente de la Organización Regional Ucayali (ORAU) .
Además de los incendios, la deforestación y la degradación ambiental, impulsadas por la agroindustria, la minería, la explotación de gas y petróleo y la industria maderera, están llevando a la Amazonía y ecosistemas relacionados a un punto de no retorno. Estudios científicos indican que para 2050 el ecosistema amazónico podría cambiar irreversiblemente. Esta situación crítica exige acciones urgentes de gobiernos y sociedad civil para proteger la región, reconociendo los derechos y territorios indígenas como clave para la preservación de la naturaleza y el clima global.
Frente a la devastación de la región y el riesgo que ello implica para la naturaleza, los Pueblos Indígenas y el clima global, se convierte un escenario crucial para que representantes de gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y líderes de opinión tomen acciones de protección y promuevan el reconocimiento de los derechos y territorios indígenas a fin de garantizar la vida.
"Nuestros territorios son la clave para la supervivencia del planeta. No somos solo guardianes de la biodiversidad, somos parte de ella. Si nos destruyen a nosotros, destruyen al mundo. Es hora de que los gobiernos nos escuchen y respeten nuestros derechos”, Leo Cerda.
A puertas de la negociación más grande sobre biodiversidad la COP16 de Colombia y a casi un año de la COP30 de cambio climático a realizarse en Belém do Pará, en el corazón de la amazonía brasileña, la coalición de líderes indígenas en representación de la región apoyados por organizaciones de la sociedad civil hacen un llamado urgente para hacerle frente a la devastación con propuestas concretas.
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