La COP16, que se llevará a cabo en Cali, Colombia, genera expectativas mientras que especialistas en biodiversidad confían en que sea una oportunidad para que los tomadores de decisiones inicien la implementación del Marco Global de Biodiversidad (GBF, por sus siglas en inglés) logrado en la COP15. Pese a estos esfuerzos, la pérdida de diversidad continúa, nos encontramos en un momento clave para tomar medidas que reviertan esta tendencia.
Entre la esperanza y la incertidumbre
En su último informe de evaluación global sobre la diversidad biológica y los servicios ecosistémicos, la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés), señala que, a nivel global, la biodiversidad está disminuyendo a tasas sin precedentes y la extinción de especies se está acelerando, por lo que es indispensable tomar medidas para revertir esta situación.
Por su parte, un reciente estudio de Nature, identifica deficiencias globales para conservar la biodiversidad y remarca que en ausencia de intervenciones de conservación adecuadas es probable que las especies en riesgo de tres de los mayores impulsores de la pérdida de biodiversidad (pérdida de hábitat, sobreexplotación para el comercio internacional y especies invasoras) desaparezcan pronto.
La necesidad de prestar mayor atención a la conservación de la biodiversidad es inequívoca y urgente. La pérdida de biodiversidad es una preocupación global y el foco de atención ya recae en Colombia.
El estado de la biodiversidad
“Estamos en una crisis global, como hacía mucho tiempo no se veía. Es una crisis acelerada en términos históricos, especialmente en los últimos 100 años. Hay múltiples causas de la pérdida de biodiversidad, pero básicamente están asociadas al desarrollo humano”, señala Ana María Hernández, colombiana, asesora para la Presidencia de la COP16 y expresidenta del IPBES, en una entrevista para Colmena Lab. La especialista resalta que hemos perdido el 83% de nuestros humedales, así como arrecifes de coral, bosques y ecosistemas.
“La extinción de especies está en una tasa histórica, de los 8 millones de especies que se han estudiado, 1 millón está en peligro de extinción inminente para los próximos años si no se desarrollan los modelos correctivos”, añade Ana María Hernández.
Las amenazas a las que se enfrenta la biodiversidad no solo se relacionan con los impactos del cambio climático y los delitos ambientales, también hay actividades económicas que la ponen en peligro y políticas públicas que no implementan sus leyes de conservación o protección. ¿Qué papel juega el ser humano en esta pérdida de biodiversidad?
“Las principales amenazas a la biodiversidad están relacionadas con las actividades humanas. Son la destrucción del hábitat, la caza, la recolección y la pesca insostenibles, y la propagación de especies invasoras. El cambio climático es actualmente una amenaza menos importante, pero está creciendo rápidamente en importancia a medida que el planeta continúa calentándose. Una de las mayores amenazas para la biodiversidad es la deforestación para despejar la tierra para el cultivo y la cría de ganado, incluida la producción de alimentos”, señala Mike Shanahan, británico, biólogo, divulgador científico y autor del boletín Nature Beat en una entrevista exclusiva para Colmena Lab.
Hernández coincide, aunque subraya que los impactos del cambio climático son un factor clave y una creciente amenaza para la degradación de la biodiversidad. Pero sobre todo indica que en América Latina hay que hacer mucho énfasis en las motivaciones humanas, “que nos llevan a explotar, a utilizar de una manera no sostenible nuestros recursos. Y eso tiene que ver con nuestros comportamientos, con nuestros valores sociales, con nuestras aproximaciones culturales, nuestra relación con la naturaleza”.
Por ello, señalan los entrevistados, cuando hablamos del estado actual de la biodiversidad, debemos hacer una aproximación a cómo estamos nosotros como sociedad, cómo se regulan nuestras acciones en relación con la biodiversidad, cómo se realiza el comercio, el papel de la economía, la educación, y, por supuesto, la justicia social y los derechos humanos.
“La pérdida de biodiversidad también significa pérdida de capacidad que tiene la naturaleza de contribuir a las soluciones para el bienestar humano en términos de salud, y ese desequilibrio puede generar nuevas epidemias y enfermedades de tipo zoonótico”, subraya Hernández.
Políticas públicas y biodiversidad
¿Cómo hacemos para relacionarnos con respeto con la naturaleza, o solo consideramos que es un bien utilitario? ¿Recuperamos la biodiversidad o continuamos perdiéndola? Son preguntas que deberán responderse con firmeza en octubre próximo y hacia adelante si se quiere cumplir con los objetivos y metas del Marco Global de Biodiversidad con miras al 2030.
Abordar las amenazas a la biodiversidad requiere un enfoque integral y multisectorial que involucre a gobiernos, comunidades, empresas y la sociedad civil. Es fundamental establecer políticas públicas sólidas, promover prácticas sostenibles, fomentar la educación ambiental y generar conciencia sobre la importancia de la biodiversidad para el bienestar humano y planetario.
Hernández resalta que en América Latina existe un movimiento ambiental social muy grande y potente. “Hay una conciencia muy grande en términos de protección de la biodiversidad, tenemos una altísima riqueza de biodiversidad concentrada en nuestros países. Contamos con regulaciones e instituciones ambientales que trabajan cada día de una forma más coordinada, basadas en ciencia, en conocimiento. El movimiento social es muy importante, hace una gran labor de vigilancia y soporte”.
Sin embargo, también reconoce que el tema de la conservación es un tema complejo para América Latina. “Los líderes ambientales y los líderes sociales que promueven la protección del ambiente son perseguidos en muchas localidades. Si bien tenemos cosas muy positivas, también hay muchas dificultades en nuestros territorios”.
América Latina cuenta con Pueblos Indígenas, afrodescendientes y comunidades locales que viven de la biodiversidad, que son guardianes de los territorios y de los ecosistemas naturales de la región, y que poseen conocimientos tradicionales invaluables que permiten proteger la biodiversidad. No obstante, sus vidas y culturas también son amenazadas por diferentes circunstancias, como las actividades extractivas e ilegales, incluida la expansión urbana.
Colombia, el país anfitrión de la COP16, es reconocido internacionalmente como uno de los países líderes en la conservación de la biodiversidad. Cuenta con leyes, acuerdos y otros recursos para la gobernanza de la biodiversidad. En la reciente COP28 de Cambio Climático, su presidente Gustavo Petro, fue protagonista en su breve estadía en Dubai, cuando además anunció la adhesión del país al Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles. Aunque quien se llevó la mayor cantidad de aplausos en todas sus intervenciones diplomáticas de parte de los negociadores y de los observadores fue Susana Muhamad, ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia.
Así como podemos citar este ejemplo de políticas amigables con el medio ambiente en la región, nos encontramos también con la otra cara de la moneda. En Perú, el Congreso de la República aprobó sin mayor debate– la Ley 31973, conocida también como "Ley Antiforestal", la cual ha generado controversia debido a sus potenciales impactos negativos en la Amazonía peruana y los derechos de las comunidades indígenas.
La ley elimina la clasificación de tierras por su capacidad de uso mayor, un instrumento importante para identificar las tierras aptas para la forestación y prevenir la deforestación; facilita la titulación de tierras en zonas forestales, lo que incentivaría el desarrollo de actividades agrícolas o ganaderas, y reduce las sanciones por infracciones ambientales, que debilitaría la capacidad del Estado para disuadir y sancionar actividades ilegales como la tala y la minería ilegal.
“El énfasis del actual Ministerio del Ambiente de Perú es ‘destrabar inversiones’, esa es la frase mágica, como si se tratara del Ministerio de Economía. No se habla de conservación”, comenta José Álvarez, especialista en biodiversidad y líder de gestión territorial y relaciones comunitarias de la Asociación Amanatari.
Si bien el Perú creó en 2021 la Reserva Nacional Dorsal de Nasca, la primera área protegida completamente marina, cuyo plan maestro recién se aprobó en 2024, y en junio pasado la Reserva Nacional Mar Tropical de Grau, la actitud del gobierno peruano ante la ‘Ley ‘Antiforestal’ preocupa en tanto el Perú ha suscrito acuerdos globales, como el Acuerdo de París, sobre cambio climático, y el Marco Mundial de Biodiversidad, aprobado en la COP15 de biodiversidad en 2022.
Álvarez señala que en el Perú y otros países de la región existen grupos empresariales, sobre todo desde los negocios extractivos, que están muy lejos de la sostenibilidad.
“El Marco de Biodiversidad es esperanzador, pero tiene un reto muy grande en Latinoamérica, desde los gobiernos nacionales y desde un sector del empresariado”, sin embargo no está a tono con los nuevos tiempos.
En su opinión, deben fortalecerse puentes entre conservación y desarrollo económico sostenible. “Hay que mirar lo que ocurre, por ejemplo, en Europa, donde países gobernados por la derecha no disminuyen su preocupación por el cambio climático y la conservación, y donde crece la conciencia en el sector empresarial más serio en el tema de sostenibilidad”, resalta el especialista en biodiversidad.
Shanahan recuerda que el Marco Mundial de la Biodiversidad es una estrategia que casi todos los gobiernos han acordado implementar entre 2022 y 2030. “Su objetivo es poner a la humanidad en el camino de vivir en armonía con la naturaleza a través de la acción hacia cuatro objetivos y 23 metas. Incluye objetivos de restauración ecológica, conservación, contaminación, etc. Otros objetivos apuntan a aumentar los flujos de financiación, reducir los subsidios perjudiciales y garantizar que las empresas divulguen sus impactos en la naturaleza”.
Todos los objetivos se aplican a todos los países en su conjunto. Cada país debe desarrollar una Estrategia Nacional de Biodiversidad y un Plan de Acción para mostrar cómo alcanzará los objetivos. “Muchos países de América Latina y el Caribe necesitan apoyo financiero y técnico para desarrollar e implementar estos planes”, anota.
En referencia a las diferentes actitudes de los gobiernos, Hernández señala que siempre hay alguna ley desafortunada. Por ello, “quienes legislan y gobiernan deben contar con conocimientos sólidos. Los tomadores de decisiones deben recurrir a fuentes muy respetadas y con credibilidad, una ley y su reglamentación deben estar basadas en la realidad científica. El diálogo entre políticos y la sociedad civil y especialistas, académicos y científicos es lo que funciona en muchos países de la región”.
Los especialistas entrevistados por Colmena Lab sostienen que ahora que se ha adoptado un Marco, es urgente acelerar la acción en todos los sectores y la sociedad hacia la realización de los objetivos y metas para abordar los principales impulsores de la pérdida de biodiversidad y elevar la agenda de la naturaleza.
El gran reto de Cali: el consenso
Recientemente se celebraron reuniones preparatorias con miras a la COP16. Hubo largas discusiones y muchas cuestiones sin resolver, lo que significa que la conferencia que se desarrollará en Cali tendrá que encontrar un terreno común, adoptar decisiones importantes por consenso y comenzar a implementar el GBF.
Un tema importante que se discutirá en la COP16 es la financiación necesaria para pagar los costos de protección y restauración de la naturaleza.
“Los países biodiversos dicen que los países más ricos deberían pagar más porque ya se han desarrollado destruyendo su propia biodiversidad y porque los países más ricos tienen impactos descomunales en la biodiversidad en todo el mundo debido a sus patrones de consumo”, subraya Shanahan.
Los países más ricos —agrega— no han cumplido sus compromisos financieros anteriores y esto está limitando la capacidad de los países menos ricos para desarrollar y aplicar estrategias de protección y conservación de la biodiversidad.
Otra cuestión clave —comentó el biólogo— es la finalización de un mecanismo para compartir los beneficios que se derivan del uso de datos genéticos digitales, por ejemplo, cuando una empresa farmacéutica utiliza esos datos para desarrollar un medicamento rentable. Estas negociaciones son muy complejas y están fuertemente influenciadas por intereses comerciales.
Hernández coincide con lo apuntado por Shanahan. “Las reuniones preparatorias son una suma de recomendaciones que van a la Conferencia de las Partes y esta será la que decida”. La especialista recuerda que no perdamos de vista que esta va a ser la primera COP donde se empezará a ver la implementación del Marco Global de Biodiversidad que se aprobó en Montreal hace dos años.
“El reloj está haciendo tic-tac, pues no se está avanzando como se esperaba y tenemos que empezar a ver si ya hay resultados. Se ha llamado a los países a presentar sus planes de acción nacionales en biodiversidad y muy asociado a ello también está definir los indicadores para medir y monitorear el cumplimiento del Marco”, añade Hernández.
La expresidenta del IPBES reitera la importancia del financiamiento para cumplir con lo acordado en Montreal. “Debemos discutir y llegar a consensos en cuanto a mecanismos financieros asociados al convenio de diversidad biológica”.
Para Colombia, la presidencia de la COP es un tema muy importante y debe ser reconocido en la región. Según Hernández, es un desafío particular ya que “queremos hacer un vínculo entre lo que se discute en esta Conferencia de las Partes y lo que vendrá en Brasil durante la COP30 en 2025. El propósito es concienciar sobre la relación clima-naturaleza y las personas”.
Otro aspecto muy importante en la agenda de esta COP es el referente a los conocimientos y prácticas tradicionales de los Pueblos Indígenas, afrodescendientes y comunidades locales, en Colombia y América Latina. “Requiere hacer un énfasis sobre los temas de las comunidades, pueblos afrodescendientes que hacen parte también de la historia y de la cultura de América Latina y el Caribe. En Cali debemos establecer un programa de trabajo para continuar discutiendo el tema de conocimientos tradicionales, así como salud y biodiversidad, el tema marino y costero, que es de gran relevancia para nuestra región”, indica Hernández.
“Celebrar la COP16 en un país biodiverso como Colombia es importante, ya que pondrá de relieve qué es la biodiversidad y por qué es importante. También mostrará lo importante que es que el dinero fluya hacia los países biodiversos para pagar la conservación. Y pondrá de relieve el importante papel que pueden desempeñar los pueblos indígenas como custodios de la biodiversidad, siempre y cuando se respeten sus derechos”, señala Shanahan.
De momento, a decir de Hernández, parece que será una COP con muchos corchetes (en referencia a los temas en los que hasta ahora no hay consenso), “pero esperamos acuerdos con los que todos estemos contentos, todos podemos actuar en consenso, de eso se trata la negociación; que los países actúen de acuerdo con su realidad”.
Además, la COP16 debe permitir que América Latina tome nuevas decisiones respecto a las amenazas contra la biodiversidad, no solamente de aquella originada por los delitos ambientales ilegales sino también por todo aquel que busca lucrar sin reparo con recursos, políticas públicas contraproducentes o con algunas industrias extractivas. “La COP16 debe servir también para enfrentar estos peligros contra la biodiversidad en nuestra región”, enfatiza Hernández.
La conferencia es una oportunidad también para repensar la Amazonía, que está cada vez más cerca de un punto de inflexión. “Un punto de inflexión, en el que partes del bosque se transforman en un ecosistema similar a la sabana porque se están volviendo más secas, amenazaría a muchas especies que están adaptadas al ambiente húmedo de la selva tropical. El cambio de bosque a sabana también liberaría grandes cantidades de carbono a la atmósfera y reduciría la capacidad de la tierra para absorber y almacenar carbono en el futuro. Esto contribuiría al calentamiento global y al cambio climático”, explica Shanahan.
“El destino de la Amazonía depende de la rápida descarbonización de la economía mundial”, añade Shanahan. Punto álgido en las negociaciones de las COP de biodiversidad y cambio climático.
Nuestras fuentes advierten que más allá de los objetivos y metas del GBF, uno de los principales problemas es la falta de conciencia pública sobre qué es la biodiversidad, por qué es importante, cómo las actividades humanas están dañando la naturaleza y qué se debe hacer para protegerla y restaurarla. Los gobiernos se han comprometido en repetidas ocasiones a comunicarse con sus ciudadanos sobre estas cuestiones. No han hecho nada que esté a la altura de la magnitud de las amenazas a la biodiversidad y la urgencia de abordarlas.
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