Desde hace tiempo me he venido realizando esta pregunta, sin embargo no fue hasta la segunda semana de abril, cuando leí una noticia de la Deutsche Welle (DW) sobre la nueva polémica sobre el uso de pesticidas en este país, que decidí ahondar al respecto.
La noticia presentaba una alerta emitida por las autoridades sanitarias de Alemania sobre un cargamento de melones provenientes de Costa Rica con residuos del pesticida clorotalonil, por encima de los niveles máximos establecidos.
Este químico es considerado cancerígeno por la Unión Europea (UE) y no puede superar 0.01 mg/kg, Las muestras de los productos provenientes de nuestro país superaron siete veces el límite establecido.
¿De dónde vienen las piñas?
Por mi trabajo, recientemente, tuve la oportunidad de recorrer varios países de Latinoamérica, entre ellos Costa Rica. Estaba emocionado por conocer más acerca de los esfuerzos por conservar y proteger los bosques y los recursos en el territorio indígena de Salitre ubicado en Buenos Aires, en la provincia de Puntarenas.
Al llegar tuve la oportunidad de compartir con las personas de la comunidad y constatar las acciones de conservación que desarrollan. Sin embargo, al pasar los días y recorrer la zona pude constatar de primera mano los problemas ocasionados por los monocultivos, sobre todo por las grandes empresas piñeras.
El agua, un elemento indispensable para todas las personas y sagrado para el pueblo Bribri, está siendo contaminada y profanada por el uso indiscriminado de pesticidas, herbicidas y otros químicos, así como de los problemas derivados del manejo inadecuado de los residuos sólidos producto de los cultivos extensivos de piña.
Pese a los esfuerzos de denuncia, las acciones de incidencia y todos los procesos por conservar y restaurar la zona, las piñeras han contaminado gran parte del bosque y las fuentes hídricas, provocando serios problemas para la población y los ecosistemas.
Aunque la situación de Salitre es preocupante, no es el único ni el punto más afectado del país, de acuerdo a un artículo de investigación publicado por Mongabay (2021) de las 1.659 hectáreas de piña que se encuentran en áreas protegidas (el dato más reciente es del año 2018), la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (SETENA) solo tenía conocimiento de 358,5 hectáreas en sus registros.
Es decir, el 74 % de los cultivos de piña dentro de áreas protegidas no estarían avalados por la institución que tiene entre sus propósitos fundamentales el armonizar el impacto ambiental con los procesos productivos. Lo anterior no necesariamente quiere decir que son cultivos ilegales, sino que no han pasado por ningún tipo de evaluación ni control ambiental.
Las imágenes satelitales del país, presentadas en el mismo artículo, revelan que desde 2018 el cultivo de piña ya había entrado en cuatro áreas protegidas de Costa Rica. Sin embargo, el Ministerio de Ambiente (MINAE) no tiene registros de la mayoría de esas plantaciones. Al comparar la información de los satélites con los registros de SETENA, hay 1.300 hectáreas que no constan en sus bases de datos.
La piña, la esperanza de la reactivación económica
La piña es uno de los productos estrella de exportación de Centroamérica. En el caso de Costa Rica cifras del 2021 presentadas por el Observatorio de Complejidad Económica (OEC, por sus siglas en inglés) lo ubican como uno de los principales exportadores de piñas, frescas o secas del mundo generando una ganancia anual de 1,14 billones de dólares. Un dato importante en un país donde la agricultura es uno de sus principales sectores económicos y contribuye aproximadamente con el 7% del PIB.
Un nuevo estudio publicado en febrero de 2023 por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) detalla el contexto macroeconómico de la región en 2022. En ese año el Producto Interno Bruto (PIB) creció en promedio un 5,7% y se mostró más resiliente gracias a la recuperación en el turismo, las remesas y exportaciones menos volátiles en productos agropecuarios.
Una de las recomendaciones realizadas por el BID para la región, consiste en diversificar las inversiones y los productos para atenuar la volatilidad de la demanda internacional.
Pese a este escenario, y las recomendaciones para la región, el mercado de las piñas en lugar de atenuarse ha sufrido un incremento sustancial.
La piña es el segundo producto en exportación costarricense en conjunto con el banano y los dispositivos médicos. En 2021, según las cifras presentadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) la piña representó un 7% de las exportaciones totales del país.
¿A qué saben las piñas de Costa Rica?
Es fácil transportarse al sabor ácido y dulce de la piña y sus múltiples preparaciones. Mucho se ha hablado de las propiedades digestivas o su contenido en potasio, yodo, vitamina C, de las también llamadas ananás.
Sin duda esta fruta se ha posicionado como el postre de predilección de distintos lugares del mundo. Desde hace varios años este producto es sujeto de diferentes controversias. Sobre ella hay varios hallazgos inquietantes que nada tienen que ver con sus usos gastronómicos.
El lado amargo de la piña no está en los ingresos que genera al país o en las fuentes de empleo que genera, sino en los procesos de producción que conlleva y lo que ha generado reacciones desde distintos sectores.
Entre algunas de las afectaciones que este cultivo genera consta la deforestación de grandes extensiones de bosque, erosión del suelo, contaminación del agua y de los suelos, además de la pérdida de biodiversidad. A esto se le suma la preocupación por la situación laboral de quienes están vinculados en este sector.
En 2019 Costa Rica recibió el premio como Campeones de la Tierra entregado por las Naciones Unidas (ONU), este es el máximo galardón ambiental que entrega este organismo. El reconocimiento buscó visibilizar “su papel en la protección de la naturaleza y su compromiso con las políticas ambiciosas para combatir el cambio climático”, según detalla en su página web. Sin embargo hay cabos sueltos.
Entre los problemas más graves ligados al cultivo de piñas se encuentran las denuncias por uso indebido de plaguicidas que han generado consecuencias para la salud de quienes habitan las zonas cercanas.
Algunas de estas patologías las recoge el mismo Ministerio de Salud en la Estrategia Nacional de Abordaje integral de enfermedades crónicas no transmisibles y obesidad 2013-2021, que están asociadas al cáncer, daños al hígado y los riñones, problemas del sistema nervioso y del sistema cardiovascular, enfermedad renal crónica (ERC) y enfermedades de la piel.
Estas alteraciones en la salud de las personas están vinculadas con la contaminación de los sistemas de abastecimiento de agua para el consumo. Según recoge el documento gubernamental citado estas afecciones se relacionan al “uso excesivo de plaguicidas en actividades agrícolas”.
Sin embargo, ¿de cuáles plaguicidas estamos hablando? Según un informe de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA) en el suelo de estos cultivos así como en el agua de estas zonas se han encontrado residuos químicos.
Algunos de los compuestos encontrados, asociados a la producción de piña son: el bromacil, el clorotalonil, el diuron, el paraquat, entre otros. Estos compuestos son usados para detener el crecimiento de maleza y la proliferación de plagas y en muchas ocasiones son usados en conjunto, como es el caso del diuron y el bromacil.
Según estudios actualizados a 2017, por la Universidad Estatal de Oregón e Intertox, Inc., sobre el uso de plaguicidas en el Programa de Gestión Integrada de la Vegetación del Departamento de Transporte del Estado de Washington (WSDOT, por sus siglas en inglés) la exposición a estos químicos genera daños al organismo de las personas.
Estos estudios fueron aplicados en diferentes especies de animales para evaluar el porcentaje de toxicidad en humanos y animales domésticos, el tiempo de afectación y otros indicadores de salud.
En la investigación, se evidenció toxicidad aguda al ingerir, tocar los residuos de bromacil provocando toxicidad crónica y generando efectos como el exceso de peso corporal, cambios celulares en la tiroides, aumento del número de quistes tiroideos, aumento del número de quistes celulares, cambios celulares en las glándulas suprarrenales y daños en la retina cuando se administró en dosis moderadas a altas durante 2 años.
Si bien, con estos estudios no se identificaron daños a la reproducción, luego de administrarse a ratas durante tres generaciones. El bromacil sí causó cambios esqueléticos en las crías de ratas preñadas alimentadas con dosis altas o expuestas a concentraciones muy altas en el aire.
Además esto provocó aumento del número de abortos cuando se administró a conejas en dosis elevadas, según la Agencia de Protección Ambiental, de EE. UU. (EPA, por sus siglas en inglés) estos efectos reproductivos son el resultado de la toxicidad para la madre.
Impactos directos del cultivo de piña
En 2022, el sistema de Monitoreo del Cambio de Uso y Cobertura del Suelo en Paisajes Productivos (MOCUPP) presentó los resultados de su análisis de la pérdida de cobertura arbórea derivada del cultivo de piña en Costa Rica.
Actualmente, la producción de piñas ocupa 65 mil hectáreas de terreno en el país, es decir un 1,28% del territorio nacional. Según este estudio el periodo de mayor pérdida fue entre el 2016 y 2017 con 679,20 hectáreas. No obstante, aunque en el periodo 2018 -2019 la cifra haya sido menor no es igual a cero: se perdieron cerca de 89 hectáreas.
El MOCUPP hace un análisis sobre la pérdida de cobertura arbórea a partir de un cultivo. Es decir, que identifica la variación entre dos períodos en áreas arboladas debido al surgimiento de nuevas áreas de cultivo.
En este sentido, para estimar la pérdida, ganancia y no cambio en la cobertura arbórea debe contar con los datos de dos años consecutivos del área cultivada del paisaje productivo. Con lo cual se concluye que en el análisis realizado en 2019 el cultivo de piña ocasionó una pérdida de cobertura arbórea de más de 343 hectáreas (periodo 2017-2018), mayoritariamente en la Región Huetar Norte.
Según un reportaje del portal Mongabay Latam sobre el Refugio Nacional de Vida Silvestre Mixto Maquenque, una de las cuatro áreas protegidas de Costa Rica y uno de los importantes santuarios de humedales, se ha observado el ingreso de cultivos de piña en el refugio. Este cultivo resulta peligroso para las especies que habitan esas zonas, ya que varias de ellas se encuentran en serio peligro de extinción debido a la desaparición de sus ecosistemas, resultado de la deforestación y el uso de plaguicidas, un ejemplo de ello es la rana arlequín.
En el Manual de Plaguicidas de Centroamérica se detallan algunos de los efectos identificados de los químicos empleados en los cultivos de piña que afectan de maneras diferentes a especies como, peces: la trucha arcoiris y la carpa; crustáceos: dáfnidos; aves; insectos: abejas, lombrices de tierra; plantas; algas: Navicula pelliculosa, Raphidocelis subcapitata, Scenedesmus quadricauda, helechos acuáticos.
En el caso del bromacil y el paraquat han sido reportados en la lista de plaguicidas peligrosos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) como disruptores endocrinos o con efectos sobre la reproducción, siendo este último restringido en el ámbito federal, en los EUA y prohibido en 48 países del mundo.
El clorotalonil también tiene restricción en el ámbito federal en los EUA y es prohibido en la Unión Europea, Suiza, Reino Unido, Palestina y Arabia Saudita, y además está cancelado en Colombia. Mientras que el diuron fue detectado en muestras de agua superficial y de organismos acuáticos luego de eventos de mortalidad de fauna acuática en la región Caribe del país.
Según distintas fichas técnicas estos compuestos son de aplicación foliar (aplicación sobre el follaje) y deben emplearse con cuidado para que no tengan contacto con fuentes de agua, alimentos y con precaución de no ser inhalados, lo cual resulta un verdadero reto si se emplea de forma manual.
Actualmente hay empresas que se dedican a ofrecer servicios de los denominados drones agrícolas para la implementación de agroquímicos como los mencionados, que ofrecen abarcar una hectárea de terreno en quince minutos, gracias a la generación de mapas geo-referenciados, medición de terrenos y de fincas.
En el portal web de una de estas empresas se identifica como “Caso de éxito la piña de Costa Rica” y señalan que ofrecen soluciones a: “La industria piñera que está siendo afectada por la alta presión del medio ambiente para poder controlar más los procesos agrícolas y determinar las buenas prácticas de trabajo” y añade que han implementado soluciones “en Costa Rica en las zonas de Upala, Los Chiles, San Carlos y Río Cuarto”, coincidencialmente las zonas más afectadas por los cultivos extensivos de la fruta.
Autor: Fabio Víquez, Colmena Lab.